Tu voz por el teléfono sonaba a lágrimas contenidas. Cuando llegaste a la consulta, tus ojos estaban rojos, como si hubieras tenido un tremendo episodio de dolor.
Así comienza la historia de Esteban, quien a los 18 años, partió de su casa materna en el extremo sur, por sentirse profundamente despreciado y desvalorizado por su madre.
Esteban llegó a Santiago para surgir como profesional con una carrera universitaria. “Así nunca más tendré que volver a mi casa ni pedirles nada a mis padres”, decía.
Al cruzar el umbral de su universidad conoció a Alicia quien sería años después su flamante esposa. Fueron 20 años que estuvieron juntos, al inicio entre libros y cuadernos, haciendo juntos trabajos para presentar a algún profesor, o trasnochando para rendir exámenes y seguir estudiando. Egresaron y luego se casaron. Fue entonces cuando “algo” comenzó a sentir Esteban. De a poco fue experimentando tristeza y falta de ganas de apoyar a Alicia. Fue así que ella trató de ayudarle. Fueron años en que Alicia intentó todo lo que sabía para levantar el ánimo de Esteban y darle esa alegría que ya no experimentaba. Era tan notoria su tristeza que en el mundo laboral y en el de los amigos, lo trataron como a un «niño vulnerable». Es que en realidad eso era Esteban, un niño frágil y vulnerado viviendo en un cuerpo de grande. Alicia se convirtió para Esteban en aquella mamá que en lo emocional nunca había tenido.
Con el tiempo Alicia se cansó, no pudo continuar ejerciendo ese papel de mamá de Esteban. Comenzó a extrañar el hecho de sentirse mujer. Fue así que ella dejó a Esteban.
“Parece que nada hago bien”, me contó Esteban. “Y no sé de dónde viene”. Fue así que revisamos su historia, y llegamos hasta la de su mamá, que antes de serlo, fue una hija que tampoco había sido mirada por sus padres quienes en realidad esperaron la llegada de un hijo. Así creció la mamá de Esteban, sintiendo que nunca pudo ser merecedora del amor de sus padres. Frente a esto Esteban cambió la perspectiva frente a su mamá. Nunca había pensado que detrás de su rabia ante ella, existía un dolor tan grande. Esto le ayudó a mirarla desde un lugar distinto y a mirarse él mismo de manera diferente permitiéndole descubrir que sí podía quererla, tal y como ella era aún con esa rabia y con ese dolor. Además tomó conciencia del esfuerzo que había hecho Alicia por reemplazar a su madre, algo que no debió haber ocurrido. Esteban pudo reconocer la grandeza de su madre y de su ex mujer, y mirar que el único y mejor amor que podemos dar y darnos es el amor que nace desde nuestro propio corazón.
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